viernes, 17 de octubre de 2014

GRUMELOT

(FIOT 2014)
XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

CUANDO LA VIDA ES UNA FICCIÓN ASFIXIANTE
(A propósito de “Los brillantes empeños” de Grumelot)

SANTIAGO PAZOS


No resulta nada fácil de ver esta obra de Pablo Messiez, es para estómagos fuertes y sensibilidades muy receptivas. Primero por el tema, seis hermanos encerrados dentro de un presente desnudo, que intentan vestir y revestir repitiendo versos clásicos para poner en palabras sus sentimientos, entre un futuro que no existe y un pasado que olvidaron. Y segundo, por la visceralidad carnal de las interpretaciones, impresionantes, creíbles, descarnadas, que representan su vida como una ficción asfixiante.
Una asfixia que se concentra en su estómago, lleno de patatas humeantes y deseo, y en su cerebro, en el que las palabras rebotan buscando un significado real que les ofrezca alguna satisfacción y que nunca son definitivas, que han de ser repetidas una y otra vez porque una inmensa angustia vital no les deja respirar.


Lo explica muy bien el propio autor y director en la siguiente cita: “El teatro nos revela siempre (sean conscientes o no sus hacedores, es un fenómeno inherente a la escena) un mundo en el que creemos porque vamos aceptando ciertas convenciones. Un mundo innombrable que insistimos en querer nombrar para no disolvernos en la angustia. Las palabras son a la vez nuestra libertad y nuestra cárcel. Son todo lo que tenemos para intentar entender de qué se trata el gran teatro del mundo”.
Ese mundo que nos presentan en “Los brillantes empeños” es un escenario prácticamente vacío, diáfano, con una cubeta llena de agua y unas toallas bien dobladas, un montón de patatas crudas junto a una olla humeante, un montón de libros, una banco arrimado a la pared, un ventilador, y seis personajes, seis actores que lo dan todo, que se dejan la piel.
Carlota Gaviño, Rebeca Hernando, Javier Lara, Íñigo Rodríguez-Claro, José Juan Rodríguez y Mikele Urroz, desarrollan un trabajo coral potentísimo llenando de nervio vivo todo ese espacio vacío, ese mundo en el que se piensa en alto, en el que ya no se pronuncia nunca la palabra hermosura, con una plasticidad muy rica.
Me gustó muchísimo, no es un teatro para pasar el rato, es una propuesta que te abre los poros de la piel y te deja la cabeza llena de preguntas. Y, aunque es posible, no sé si en los textos de Lope, Calderón, Quevedo o Santa Teresa, encontraré repuestas.
Acudan a verla.


Salud  

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