domingo, 29 de octubre de 2017

FILLOS DO SOL

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

O MELLOR É INIMIGO DO BO
(A propósito de “Fillos do sol”
de Contraproducións e FIOT, escrito e dirixido por Cándido Pazó)

SANTIAGO PAZOS

 

CARTEL DISEÑADO POR JUAN FÉLIX GENDE


“O mellor é inimigo do bo”. Esta frase lapidaria recollida en “Fillos dos sol” resume bastante ben a loita de Eduardo Pondal consigo mesmo nos últimos anos da súa vida. Época na que se decata de que o tempo que lle queda é cada día que pasa máis curto e a gran obra literaria que ten en mente, (Os Eoas), non acaba de satisfacer o seu perfeccionismo.  “A perfección está onde vas, non onde chegas”. (Din por aí que tiña unha vontade de corrección patolóxica).

Esa loita de Pondal contra Pondal, tanto no aspecto humano, xeracional, ideolóxico, estilístico, ou estético, como na propia consideración de gran persoeiro nacional galego, queda recollida nesta obra dun xeito fundamentalmente humanista. É dicir, cun respecto que foxe da haxiografía beatificadora. Porque se alguén vai ver “Fillos do sol” na procura dun pedestal para un santo, mellor quedar na casa.

Cándido Pazó, con ese estilo agarimoso co que acostuma a tratar todo o que toca, danos a  coñecer un pouco mellor a ese bergantiñán que, ademais de ser un bardo inesquecible, foi tamén un home cunha personalidade na que os tempos de cambio que viviu tiveron moita influencia. Con razón di na sinopse que esta obra ten un pé na realidade ficcionada e outro na fabulación dramática. Tamén é certo que, de non ser así, as dificultades de poñer en pé un proxecto desta envergadura ía ser extremadamente arriscado.

Engade tamén, non podía ser doutro xeito, ese toque de humor fino, que sempre nos rouba algún sorriso, no que Cándido é un especialista suficientemente recoñecido. Sobre todo no papel desa criada que se erixe coma exemplo de muller loitadora e precursora dunha liberación feminina que chega ata os nosos días.

A dirección está moi coidada, mantendo un ritmo de comedia dramática moi axeitado. Os decorados, coido non ir moi desencamiñado, ten semellanzas coa pintura “O dormitorio de Arlés” (1988), de Vincent Van Gogh, que, ademais de ser coetáneo de Pondal, mantiña unha autocrítica creativa tan enfermiza como a do mesmo bardo galego. E a música de Guillerme Fernández é para destacar pola sensibilidade sonora coa que vai acompañando a acción sen interferir en ningún momento.

Por outra parte, está moi ben interpretada. Tanto César Cambeiro, Eduardo vello, como Adrián Rios, Eduardo mozo, amosan unha presenza forte e definida, moi naturais nos seus papeis e cribles dende o primeiro momento. E Alba Bermúdez, como Rosa, está simpática e desenvolta, cunha frescura que engade luz a cada escena na que participa, e sen un pisco de dúbida, algo moi importante para unha actriz que comeza a súa andaina polos teatros de Galicia pisando forte e con un futuro prometedor.

En definitiva, un traballo moi coidado e feito con moita dignidade que merece ser visto sen prexuízos.



Saúde
  

martes, 24 de octubre de 2017

SLIPS INSIDE

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

YEAAAH!
(A propósito de “Slips inside”, de Okidok)

SANTIAGO PAZOS



Lo siento, de verdad, sinceramente, no me gustan los mimos, ni los payasos tampoco. No culpo a nadie, es por demérito propio, me quedé en Buster Keaton.

Aunque no por eso dejo de cumplir como un espectador más con todo lo que ellos solicitan. Si hay que aplaudir, se aplaude, si hay que aplaudir a rabiar, se aplaude a rabiar, si hay que hacer la ola, yo hago un océano entero. Yeaaah!

No se lo tomen en cuenta a Okidok, aunque parte de culpa tienen, no son lo suficientemente abstractos para despertar mi interés, son previsibles en cada movimiento que ejecutan y se me antojan demasiado testiculares, caca, pedo, pis y vuelta.


El público, que si tenía ganas de fiesta y sabe comportarse en este tipo de espectáculos llenaba de carcajadas y aplausos el Pazo da cultura mientras yo miraba con insistencia un reloj que marchaba más despacio que de costumbre. Ese público tampoco era abstracto, era casi el mismo que aplaudía atronadoramente “Incendios” de Mario Gas, unos días antes. Lo que no tiene que ser (o sí) una contradicción en sí misma.

Preguntaba Lorca: - ¿Quién es?
                                 - ¡El público!
                                 - ¡Que entre!


Mi problema, insisto, es que disto mucho de ser la alegría de la huerta. Si hubiesen empezado por el final, quién sabe, quizás, quizás, quizás…


Salud
  

ARTE

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

AMISTADES Y DEBATES QUE NECROSAN
(A propósito de “Arte" de Kamikaze Producciones)

SANTIAGO PAZOS



No me pararé mucho en ese eterno debate de qué es, o no es, arte. No me parece fundamental para reflexionar sobre “Arte” de Yasmina Reza, donde se utiliza sólo como excusa para desnudar y destripar el concepto y las relaciones de amistad.

Aquí, se dispone un ring de boxeo, en el centro del escenario, sobre el que dos amigos se pelean, con un pretexto que esconde motivos más profundos, mientras un tercer amigo ejerce de árbitro, o saco de golpes, dependiendo del momento procesal en el que se encuentren. Las envidias, los celos, las influencias perdidas, crean un tejido de relaciones personales, o grupales, áspero y cruel. Un tema, por otra parte, no menor aunque bastante recurrente.


Y Miguel del Arco, aun sin la frescura de “La función por hacer”, (al principio quizás, un atisbo), consigue mantener nuestra atención e interés sobre todo por la agilidad de movimientos que marca a sus actores y un ritmo de comedia moderna que engancha desde el principio. Añadir además que el personaje pusilánime y tremendamente cómico que interpreta espléndidamente Jorge Usón, estando correctos tanto Roberto Enríquez como Cristóbal Suárez, facilita la aprobación del espectador. Yo por mi parte esperaba algo más de esta función de Kamikaze.





Y ahora, como entiendo que el tema artístico despierta pasiones, no sin cierta pereza, haré  una reflexión personal a modo de inventario, que no intenta convencer a nadie porque para eso ya están los especialistas y profesionales del ramo.

La primera vez que vi el cuadro “Cuadrado negro sobre fondo blanco” (1915) de Malevich, “la supremacía del sentimiento puro” o “el cero de la pintura” en palabras del autor, me quedé con la boca abierta. No podía ser que el gran pintor de las formas geométricas del universo y los colores puros pudiese ofrecernos tanta sencillez conceptual. Sin embargo, comprendí que en esa “supuesta simpleza” se escondía una gran paradoja, la belleza del arte está fundamentalmente en cómo el ojo mira, no en lo que el ojo ve. Por supuesto, el ojo que mira no es inocente, lo hace cargado de experiencia o con mucha falta de ella. Y por otro lado está la mentalidad y  sensibilidad con la que uno mira, o está dispuesto a mirar.

"Perro semihundido" de Goya
(Museo del Prado)

Bastantes años después, al entrar en aquella sala blanca,  enorme, del Museo Reina Sofía, para ver la exposición de los cuadros blancos de Rauschenberg, tuve una especie de reacción mística y por lo tanto inexplicable. Recuerdo que acudí acompañando a Ernest Lluch, (Rector de la UIMP), que, como pasando del tema, reaccionó hablándome con pasión y admiración de Joan Brossa y lo poético de sus títulos. (Cada cual siente y afronta a su modo los campos de energía desconocidos).

Y algo parecido sentí la primera vez que vi en El Prado, en la sala de las pinturas negras de Goya, (precursoras del arte moderno), el cuadro “Perro semihundido” (1820-1823). Podría citar, también, mi comunión espiritual con Rothko, pero pienso que no es necesario dar más datos. Confirmar, eso sí, que me aburre sobremanera esa tontunada de “mi hijo lo hace mejor que Miró”. Sólo una cosa más. Ya que estamos en el FIOT y en el Pazo da cultura de Carballo, recordar la exposición “Pinturas ocultas” (2012), de Alberto Gende, declarado admirador de Rauschenberg.

 
Obra de Alberto Gende

“Siempre hay matices”, dice en algún momento uno de los protagonistas. Claro, como que hay amistades y debates que necrosan de tanto manosearlos, totalmente de acuerdo.


Salud 

domingo, 22 de octubre de 2017

TODO EL TIEMPO DEL MUNDO

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

SUPERPOSICIONES
(A propósito de “Todo el tiempo del mundo”, de Buxman y Kamikaze Producciones)

SANTIAGO PAZOS



Según el María Moliner, superponer significa: (3) Mezclarse un sentimiento, deseo, etc., con otro: “Al deseo de ayudarle se superpone un cierto gusto de humillarle”. Algo muy parecido a lo que Pablo Messiez nos ofrece en “Todo el tiempo del mundo”.

Un espacio reconocible, una zapatería situada en los años cincuenta/sesenta, con una estética costumbrista que semeja un cuadro de Edward Hopper, y un personaje central que deambula entre la realidad alucinada y la ensoñación, que me recuerda, sin saber muy bien porqué, a esos personajes que aparecen con la cara tapada en los cuadros de René Magritte. Un personaje que superpone los tiempos, pasado, presente y futuro, formando un coctel esquizofrénico que nos hace dudar y nos engancha en su vorágine alucinatoria.


Una obra que, aun sosteniéndose principalmente sobre la potencia de un texto poético profundo, no deja de lado aspectos estéticos que funcionan como un gran elemento seductor y un cierto simbolismo surrealista que nos ofrece imágenes, como las del larguísimo velo de novia o la cantante hippy descalza, de una belleza inquietante.

Un texto que describe un viaje en el tiempo indefinido, donde la vida se escapa sin dejar constancia de su paso, con paradas en estaciones donde los sentimientos están esperando para ser sentidos. Con un lenguaje onírico, bello, agitado, que en algunos aspectos formales recuerda al Lorca más surrealista, (nada extraño si tenemos en cuenta que Messiez acaba de estrenar “Bodas de sangre” en el María Guerrero de Madrid), incluso una de las actrices hace mención a los caballos como la Julieta de “El público”.


Comentaba en la crítica que hice de “Los brillantes empeños” de Grumelot, que vimos en el OTNI en 2014, con texto y dirección del propio Messiez, que sus personajes estaban encerrados dentro de un presente desnudo que intentaban vestir y revestir, repitiendo versos clásicos para poner en palabras sus sentimientos, entre un futuro que no existía y un pasado que habían olvidado, destacando la visceralidad carnal de las interpretaciones, por impresionantes y descarnadas, que pretendían representar la vida como una ficción asfixiante. Reflexión que no iría nada desencaminada si la aplicásemos a esta obra de referencias autobiográficas.

Me gustó porque me seduce más el teatro que me hace pensar, que intenta sublimar la realidad y la existencia de seres humanos complejos, que ese otro teatro de entretenimiento que me ofrece planteamientos mil veces vistos.

Y pienso, además, que siendo un texto que sugiere montajes diversos, (por ejemplo, puliendo un poco los largos monólogos), esta propuesta de Buxman y Kamikaze es estéticamente muy bella, con un ritmo que favorece adecuadamente la movilidad de los actores y con una iluminación, en la que predominan los claroscuros, que nos sitúa sutilmente en esa profundidad de conflictos psicológicos  que domina toda la obra.



Salud


martes, 17 de octubre de 2017

INCENDIOS

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

APRENDER PARA NO CAER EN EL ABISMO
(A propósito de “Incendios”, de Ysarca y Teatro de la Abadía)

SANTIAGO PAZOS



El domingo 15 de octubre de 2017 ardía todo a nuestro alrededor. Las llamas purificadoras, las del teatro, estaban cargadas de intensos sentimientos de liberación. Y en el exterior, en Galicia entera, la maldad y la incompetencia nos quemaban el alma.

Que se siga arrasando impunemente nuestra riqueza forestal, aparte de consideraciones sociales y políticas,  tiene mucho que ver con la ignorancia. Y en “Incendios”, la monumental obra de Wajdi Mouawad, aprender es lo único que puede romper el hilo de ira que engancha en la tragedia a unas generaciones con otras, el antídoto para no caer en el abismo. Adquirir conocimiento es el instrumento fundamental para luchar contra la barbarie, contra el odio más irracional, el que puede mover a un ser humano a matar a sus hermanos.


El montaje de Mario Gas es impresionante, un tremendo rompecabezas en el que las piezas de la historia, los acontecimientos fragmentados de la dramática vida de una mujer que ha disfrutado del amor y sufrido el odio en dosis de dolor descomunales, van encontrando su encaje, con un estilo casi cinematográfico, hasta conducirnos a un final inesperado y sorprendente.

La factura técnica y plástica es sobresaliente. El decorado ambivalente y solemne, las filmaciones proyectadas cuidadas y sugerentes y la música, como la banda sonora de una gran película, tan impactante como las versiones incluidas de John Lennon, Talking Heads o Police.


Las escenas y contra/escenas, (tres en alguna ocasión), se desarrollan con una limpieza de movimientos y un ritmo de thriller tan trepidante en algunos momentos que resumen en un suspiro las tres horas de función. Y es que Mario Gas controla los tiempos con una maestría indiscutible, con unas transiciones tan medidas entre escenas que pasas del diálogo más sentido al monólogo más profundo o a la escena más convulsa sin que percibas ni un mínimo desajuste. Todo en función de un texto potente, bien armado, reflejo fiel de la barbarie en la que se sumió el Líbano y sus gentes durante una guerra civil incruenta.


Y dejo adrede para el final las interpretaciones que dan cuerpo a ese tremendo relato y presencia a esos personajes, tan ricos en matices de todo tipo, porque sin ellos, sin su trabajo tan exquisito, sin artificios ni desmesuradas afectaciones, nada de lo dicho anteriormente podría suceder. Cuatro de ellos no son los mismos que estrenaron y triunfaron en Madrid, pero a nosotros nos importó poco porque los sustitutos son profesionales de altura que defienden sus papeles como si el autor los hubiese escrito para ellos.

Empezando por José Luís Alcobendas (Hermile-Lebel-Médico-Abdessamad-Malak), medidísimo de gesto y voz en todos sus roles; Carlos Martos (Simón-Wahab-Guía), enérgico y sentido; Candela Serrat (Jeanne), sensible y verdadera; Alberto Iglesias (Ralph-Antoine-Miliciano-Conserje-Hombre-Chamseddine) con una presencia imponente; Germán Torres (Nihad), sobrio y caricaturesco. Todos bien, excelentes, pero mención aparte merecen Lucía Barrado (Elhame-Sawda) y Laia Marull (Nawal joven) que están espléndidas alternando intensidad y mesura para hacer creíbles unos personajes creados para trasmitir dolor y esperanza.


Y finalmente, Nuria Espert (Jihane-Nazira-Nawal). ¿Qué decir de la mujer que canta? Se para el tiempo cuando aparece en escena y el aire se corta con un cuchillo. El montaje de Mario Gas se construye para ensalzarla, pero ella baja el diapasón para humanizar al personaje llenándolo de un sentimiento tan real que podríamos decir que lo que vivieron sus personajes, si fuese cierto que esos acontecimientos ocurrieron, están pasando de nuevo. Hay tanta vida, sangre y furia controlada en su interpretación, transmite tanta energía y tanta belleza que sería una vileza no aclamarla.

El aplauso, merecido de sobra, fue apoteósico. Como esos grandes días que perviven en la memoria del FIOT.

Y al abandonar satisfechos el Pazo da cultura de Carballo, al salir de nuevo a la calle, nos dimos de bruces con una realidad irracional y abrasadora. Otra cruel historia de abismos e ignorancia…


Salud


domingo, 15 de octubre de 2017

RESACA

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

BOSQUEXOS DE MEMORIA COMPARTIDA
(A propósito de “Resaca”, de ilMaquinario Teatro)

SANTIAGO PAZOS


O director Tito Asorey e Carmen Castro, programadora do FIOT, 
no Café con...


A primeira reflexión que fixen despois de ver “Resaca” é que esquecemos con demasiada facilidade, botámoslle un sono e parece que cando espertamos xa non acordamos con exactitude nada do acontecido unhas horas antes. Mais nunha segunda lectura penso que tamén recordamos moitas das cousas que cremos perdidas, algo así coma bosquexos de memoria que, ao compartilos con outras testemuñas, encaixan perfectamente recuperando vixencia e rexurdindo coma se nunca perderan actualidade.

Nunha escenografía cálida, figurando unha especie de café musical con moito fume pegado nas súas paredes e moito cheirume a whisky escocés, (ou iso quero maxinar eu por ser eses lugares tan dados á melancolía), na que destaca unha gran pantalla multimedia e unha morea de area que garda sorpresas, cinco amigos rememoran a historia e vida en común con Alex, outra amiga desaparecida.


A música en directo, cun fermoso tango engadido, vai dando paso a escenas que semellan retallos fugaces dunha biografía que se reconstrúe sustentándose en monólogos moi ben definidos e ditos cunha naturalidade interpretativa que transmite verdade polos catro costados. Monólogos que funcionan como potentes columnas que manteñen en pé esta proposta de creación colectiva. Tendo algunhas desas escenas gran carga emocional, (coma a dos mixtos acendidos ou a do xogo dos grolos de alcohol), e mesmo certo lirismo reforzado por esa especie de transicións nas que a danza contemporánea engade dramatismo plástico.

Penso que tanto Tito Asorey na dirección, e na dramaturxia xunto a Ana Carreira, como os cinco actores, (Melania Cruz, Fernando González, Fran Lareu, Laura Míguez e Vadim Yukhnevich), que danzan, tocan, cantan e interpretan, amósannos un traballo cheo de sinceridade e credibilidade, sen artificios innecesarios.

Recibiron un aplauso merecido, forte, caloroso e sentido.


Saúde 

EL CICLISTA UTÓPICO

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

TENSIONES EDULCORADAS
(A propósito de “El ciclista utópico”, de Feelgood Teatro, Emilia Yagüe Producciones y Teatro Calderón)

SANTIAGO PAZOS


Fran Perea y Fernando Soto en el Café con...


Que por un azaroso accidente sufras una abducción y seas manipulado hasta el punto de tirar por la borda toda tu vida, personalidad, trabajo y familia incluida, debe ocasionar una serie de tensiones tan fuertes que ni la flema británica más exquisita sería capaz de endulzar.

Sin embargo, Yayo Cáceres lo intenta, en esta tragedia de tintes forzadamente cómicos, con éxito discutible desde mi punto de vista. El método que utiliza, tutear al espectador buscando su complicidad y embaucarlo de tal modo que sienta como suyo todo lo que ocurre en escena, es de sobra conocido para los que hemos visto otros proyectos suyos con Yllana, L’om-Imprebís o Ron Lalá.

Esa familiaridad con la que Manuel (Fran Perea) se dirige al público, persigue funcionar como un anzuelo lleno de sabrosa carnaza al que tenemos que hincar el diente sin rechistar. Lo que pasa es que, desgraciadamente, nos ofrece un plato excesivamente salpimentado, exagerado de tono, gestualidad y volumen. Su personaje, además, no es creíble, pero de eso debe cargar con la culpa el autor Alberto de Casso.

Y lo mismo pasa con Acebal (Fernando Soto), aunque en este caso se utilice un lenguaje soez y cierto desdén mugriento que pretende enamorarnos provocando lástima y vergüenza ajena. Un personaje que, por el contrario, sí parece gozar de cierta credibilidad gracias a la mesura interpretativa del actor.


Tampoco ayuda esa canción que suena solapada detrás de los monólogos, ni el utilitario decorado aunque tenga un toque conceptual como espejo donde se proyectan y chocan esos dos mundos tan distintos.

No gustó al respetable. Me parece que algo falla en ese texto, empezando por el título. Quizás se deba a un fallo de origen. Porque se plantea un acontecimiento al que, en apariencia, se le da más importancia de la que tiene y que, desde el punto de vista del espectador, necesitaría de otro desarrollo argumental para desencadenar y justificar ese suicidio final. Y la utopía?

Pero más allá de esas tensiones edulcoradas, destacaré, eso sí, por mucho que el resultado final no alcance el nivel esperado, la buena sintonía entre Fran Perea y Fernando Soto que mantienen un pulso interpretativo rico e interesante.

Salud


jueves, 12 de octubre de 2017

HAMLET ENTRE TODOS

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

TOMAR ELSINORE POR ASALTO
A propósito de “Hamlet entre todos”
de {los números imaginarios}

SANTIAGO PAZOS

  
No es la primera vez que se reflexiona aquí sobre la adaptación, modernización o ambientación y actualización contemporánea del teatro clásico. Me he preguntado, en más de una ocasión, si es conveniente o necesario poner algunos límites a esa libertad de interpretación y  me parece que, mientras se respete el hilo argumental original, toda relectura es factible aunque trastoque y manipule las formas a las que la ortodoxia clasicista nos tiene acostumbrados.


Así, en “Hamlet entre todos” se toma Elsinore por asalto. Todo lo que respecta a su tratamiento ambiental, formal y estético es recreado mediante la interacción (teatro de inmersión lo llaman) entre la compañía {los números imaginarios} y los espectadores/actores que asistimos a la función. Mientras se mantiene la idea original con gran respeto al texto de Shakespeare, el traje con que se viste es novedoso y participativo.


Nos muestran una manera de reconstruir a Hamlet como un ser humano lleno de aristas, complejo y sublime aunque también cercano y sensiblero. Hamlet como único protagonista, como el personaje sobre el que pilota toda la trama, el centro donde confluyen todos los dilemas. El hombre que ríe y disfruta con sus amigos, que llora ante la adversidad, que sufre por su incapacidad para resolver las trampas que su destino le tiene preparadas, que urde artimañas para conseguir lo que quiere mediante el engaño y la manipulación, que ama y odia con desmedida pasión y que se recluye ensimismado en la música como lo haría cualquier joven en el siglo XXI.


Todo eso gracias a un actor (Alejandro Pau) que lo hace todo, que lo da todo, que derrocha generosidad sobre el escenario en cualquiera de las facetas que desarrolla, intérprete musical de baladas pop/rock, o actor completo, versátil, con todos los registros que requiere un papel tan difícil. Con una labor de dirección y producción, de Carlos Tuñón, excelente. Y una empatía y orquestada disponibilidad del resto del elenco muy de agradecer para el espectador que ejerce de actor ocasional, participante activo, y cómplice necesario, que vive durante cuatro horas una experiencia irrepetible.


No acostumbro a prestarme a este tipo de experiencias pero en esta ocasión, afortunadamente, no tenía alternativa. Gocé de lo lindo convertido en un Horacio más y viendo como disfrutaban desinhibid@s mis compañer@s, aficionad@s fioter@s, convertid@s en Claudios, Gertrudis y Ofelias.

Repetiría sin dudarlo.



Salud

 (Mil gracias a JOSÉ MARÍA DE LA VIÑA por sus magníficas fotografías)

martes, 3 de octubre de 2017

"LA ÚLTIMA CENA" de Atresbandes

FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

ECOS Y SILENCIOS
(A propósito de “La última cena”, de Atresbandes
& Reckless Sleepers y coproducido por el FIOT)

SANTIAGO PAZOS



Se tragaban las palabras, literalmente, como si fuesen hostias consagradas. Se tragaban las últimas palabras y yo escuchaba el eco que dejaban flotando en el aire. Un aire viciado, como desoxigenado por momentos, donde los silencios, escasos, te invitaban a una reflexión rápida, acelerada e irremediablemente inconclusa. Pasamos de un muerto a otros muertos sin haber digerido el impacto que nos causó escuchar el primer epitafio.

En esta performance plástica y psicológica no todos los muertos son iguales. Algunos son famosos que se fueron en circunstancias poco claras, otros parece que se fueron porque les dio la gana, muchos, los de más impacto, se fueron porque los condenaron a irse, ejecutados. Un plato de mal gusto que amarga cualquier cena.


El manjar era el espectáculo, su simbología potente, una mesa para cinco en la que solo se sentarán tres comensales, las manzanas de René Magritte, la aleatoriedad para colocar a los comensales. Y en algún caso aparente simbolismo para coloquios de cineclub, como en los pies descalzos de los actores, que estaba motivado por algo tan poco lírico como la comodidad del director y creador Mole Wetherell.

Teatro de vanguardia que deja al descubierto situaciones y sentimientos que el ser humano asume como algo cotidiano y que, sin embargo, para cada uno en su momento es un acontecimiento único e irrepetible. Morirse.


Una manera de hacer teatro en la que el dramatismo se sugiere, (como en el caso del condenado a muerte que no pide nada para cenar y para que no muera con el estómago vacío le traen una hamburguesa por orden de su madre). La tragedia no se expresa con trazo grueso, no se lanzan proclamas, sólo se expone, sin conclusiones, para que el espectador comensal reflexione libremente.


A Mónica Almirall Batet, Albert Pérez Hidalgo y a Miquel Segovia Garrell, de Atresbandes los conocimos en 2015 con “Locus amoenus”, una obra sugestiva con profundas inquietudes existenciales y con mucha frescura interpretativa. Y podemos decir que en “La última cena” destaca su madurez, tanto en su planteamiento teórico como en su solidez sobre el escenario. Un camino de crecimiento creativo, artístico y humano, del que espero seguir disfrutando en próximas entregas.  

Salud



lunes, 2 de octubre de 2017

"LA TERNURA" de Alfredo Sanzol

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

JUGANDO CON SHAKESPEARE
(A propósito de “La ternura”, de Teatro de la Ciudad
y Teatro de la Abadía)

SANTIAGO PAZOS

  
Dice Alfredo Sanzol, autor y director, que “La Ternura” es una comedia romántica de aventuras escrita con estilo shakesperiano que trata sobre la imposibilidad de protegernos del dolor en las relaciones amorosas y de la importancia que tiene en la vida del ser humano.

Yo diría que Sanzol juega con, (o a ser)  Shakespeare y sale muy bien parado, escribiendo y montando una comedia que contiene los ingredientes fundamentales que caracterizan las grandes obras del autor inglés. Empezando por el estilo cercano y popular con que está escrito y siguiendo por el interés universal del tema que trata, las relaciones entre hombres y mujeres y los efectos que el amor provoca en ellos. Todo un orquestado y perfecto enjambre de enamoramientos, enredos, engaños, confusión, sufrimiento, pasión, inocencia, venganza, odios y ternura que nos avocarán a la conclusión de que el paraíso no existe. Pero sobre todo habla de la ternura como epicentro donde lo onírico y lo corporal se unen. La ternura como argamasa en la que realidad y deseo se funden y se confunden. El amor tratado con humor desenfadado y festivo.

Y si el texto es redondo, la dirección es excelente. Dos horas que pasan sin enterarte. Con un ritmo que empieza lento, expositivo, y que va creciendo en intensidad dramática y cómica a la vez que el enredo se hace más intrincado, laberíntico y gracioso.  

Desde el comienzo, con esa canción populachera (el calderete), descubrimos que el trabajo previo, en los talleres creativos de Teatro de la Ciudad y La Abadía, conjura muy positivamente a los protagonistas que expresan complicidad a raudales. Factor, por otra parte, imprescindible para que el Director pueda desarrollar su ingeniosa arquitectura teatral con aparente facilidad y sencillez.


Y los actores, aunque empiezan un tanto amodorrados y cometen algunos errores que podrían pasar desapercibidos por su nimiedad en una función tan larga e intensa, están todos bien, esplendidos en ocasiones. Con unos monólogos larguísimos e intensos que les permiten lucirse mostrándonos sus dotes interpretativas y su enorme memoria. Fantástico el repertorio de viandas y todo tipo de productos alimenticios que salen por la boca de La Reina Esmeralda (Elena González), genial la sarta de insultos del final entre ella y el leñador marrón (Juan Antonio Lumbreras), (quizás el personaje menos natural por su caricatura bufonesca). Tierno e inocente a más no poder Javier Lara como leñador Azulcielo, simpática y dicharachera Natalia Hernández como Princesa Salmón, y unos Eva Trancón (Princesa Rubí) y Paco Déniz (leñador Verdemar) que añaden dominio y mesura en cada una de sus intervenciones.

Me gustó, básicamente por su cercanía y por estar desnuda de esa sofisticación tan poco fidedigna con la que tantas veces nos presentan el mundo shakesperiano. Y, por los aplausos y bravos, creo que los aficionados fioteros se quedaron bien contentos con este divertido juego.

Salud