jueves, 12 de octubre de 2017

HAMLET ENTRE TODOS

(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

TOMAR ELSINORE POR ASALTO
A propósito de “Hamlet entre todos”
de {los números imaginarios}

SANTIAGO PAZOS

  
No es la primera vez que se reflexiona aquí sobre la adaptación, modernización o ambientación y actualización contemporánea del teatro clásico. Me he preguntado, en más de una ocasión, si es conveniente o necesario poner algunos límites a esa libertad de interpretación y  me parece que, mientras se respete el hilo argumental original, toda relectura es factible aunque trastoque y manipule las formas a las que la ortodoxia clasicista nos tiene acostumbrados.


Así, en “Hamlet entre todos” se toma Elsinore por asalto. Todo lo que respecta a su tratamiento ambiental, formal y estético es recreado mediante la interacción (teatro de inmersión lo llaman) entre la compañía {los números imaginarios} y los espectadores/actores que asistimos a la función. Mientras se mantiene la idea original con gran respeto al texto de Shakespeare, el traje con que se viste es novedoso y participativo.


Nos muestran una manera de reconstruir a Hamlet como un ser humano lleno de aristas, complejo y sublime aunque también cercano y sensiblero. Hamlet como único protagonista, como el personaje sobre el que pilota toda la trama, el centro donde confluyen todos los dilemas. El hombre que ríe y disfruta con sus amigos, que llora ante la adversidad, que sufre por su incapacidad para resolver las trampas que su destino le tiene preparadas, que urde artimañas para conseguir lo que quiere mediante el engaño y la manipulación, que ama y odia con desmedida pasión y que se recluye ensimismado en la música como lo haría cualquier joven en el siglo XXI.


Todo eso gracias a un actor (Alejandro Pau) que lo hace todo, que lo da todo, que derrocha generosidad sobre el escenario en cualquiera de las facetas que desarrolla, intérprete musical de baladas pop/rock, o actor completo, versátil, con todos los registros que requiere un papel tan difícil. Con una labor de dirección y producción, de Carlos Tuñón, excelente. Y una empatía y orquestada disponibilidad del resto del elenco muy de agradecer para el espectador que ejerce de actor ocasional, participante activo, y cómplice necesario, que vive durante cuatro horas una experiencia irrepetible.


No acostumbro a prestarme a este tipo de experiencias pero en esta ocasión, afortunadamente, no tenía alternativa. Gocé de lo lindo convertido en un Horacio más y viendo como disfrutaban desinhibid@s mis compañer@s, aficionad@s fioter@s, convertid@s en Claudios, Gertrudis y Ofelias.

Repetiría sin dudarlo.



Salud

 (Mil gracias a JOSÉ MARÍA DE LA VIÑA por sus magníficas fotografías)

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